A menudo me he preguntado: ¿Por qué todas las canciones hablan de amor? La primera respuesta es que no. No todas las canciones hablan de amor, hay muchas que hablan de desamor. También es cierto que hay algunos “artistas” tan insensibles que son incapaces de sentir (será que mienten y ya no sienten siquiera amor, dolor ni nada)* y se dedican a escribir letras propagandísticas, insubstancialmente frívolas o bien que hablan sobre otras canciones. Pues bien, he discutido sobre esto con más de uno y más de dos ¿Hay que despreciar a los artistas que no cantan sobre sentimientos? o bien “ya cansa tanta cursilada, necesito que los cantantes me digan algo distinto…” Yo soy de la opinión (y creo mucho en mi opinión) de que el arte -y especialmente la música- es fruto de la emanación sensible de los seres humanos. Es decir, así como el deporte es una forma de sacar adrenalina y descargar energía negativa y la política es una forma (bien dudosa) de expresar nuestros ideales, el arte debe ser una forma de expresar nuestros sentimientos. No deben confundirse los canales. Descargar adrenalina (hardcore, rock duro) y hacer propaganda política (Manu Chao) no son buenas ideas para con la música, es como limpiarse el culo con ortigas. Se que mi punto de vista puede dar lugar a controversias pero nada me gustaría más que hubiese mucha gente dispuesta a (ciber)discutir conmigo. Sólo pido que nadie me insulte, ni a mi ni a Guille Milkyway, que siempre se pueden exponer los argumentos educadamente como yo acabo de hacer.
En fin, en principio mi intención no era contar esto tan interesante, sino reflexionar sobre las letras de dos grandes iconos: La Casa Azul, conjunto formado por Guille Milkyway y Fangoria, es decir, Alaska y Nacho Canut. Para los que no saben de qué va el tema he escogido unos versos de cada grupo:
La Casa Azul:
“Tú me gustas y yo sé que el tiempo, te hará ver que en realidad no soy tan feo…”
“Cerca de Shibuya olvidaré tu amor y encontraré un nuevo océano, un huracán de sensaciones pop, algo nuevo, diferente y muy moderno…”
“Vamos a querernos más y a cuidarnos sin parar pues aun quedan muchos años para la inmortalidad…”
“No, no te molestes en llamarme, ni tampoco en estudiarme ni en analizar mi voz…. Te agradezco haberme saludado en el Vips, es seguro que hace años yo me hubiera enamorado de ti…”
“Quiero que me des un Chicle Cosmos que me lleves hasta Venus en tu corazón repleto de pequeños cuentos…”
“Que pobre me resulta tu dolor, que pereza da tu estúpida ambición. Me saturan tus palabras, me sonroja tu ignorancia y me parece tan pueril que quieras hablar de cosas que jamás te van a pasar. Mira, tu visa es aburrida, no te esfuerces en encubrirla con patéticas mentiras…”
Fangoria:
“Las ventajas de olvidar van liberándome de caprichos que estaban atormentándome, la estrategia de un momento que fue empujándome hacia mares donde el viento no me hizo naufragar…”
“En el espacio hay un astronauta solo llorando. Aquí en la tierra la señal que manda se va apagando…”
“Sé que lo que me has dicho hoy, sabiendo que estoy como estoy, es un desafío un loco desvarío capricho intolerable…”
“En fin, de qué sirve un futuro ideal, construido en terreno ilegal o un pasado que me hace dudar, del presente. Y yo me defiendo atacándote así, retorciendo palabras de amor, intentando que quieran decir lo que yo no me atrevo…”
“Estés donde estés, no importa con quien voy a hacer que me odies… Vuelves a mentir, no me engañas. Tú no eres feliz, no sin mí, no sin quien te hará sufrir…”.
“Es más fácil olvidarse que vengarse…”
Como se puede apreciar, tanto Guille como Alaska y Nacho escriben sobre cuestiones, más o menos profundas, pero, en todo caso, relativas o pertenecientes al corazón. En Cerca de Shibuya Guille encuentra una luminosa i juvenil forma de desprenderse del dolor que le causó una pérdida (seguramente en Barcelona). No tiene más que viajar a Tokio y descubrir el Shibuya-Kei, i el Pacífico. Todo ello le causará lo que magistralmente llama sensaciones pop, un antídoto perfecto para superar la angustia derivada de la pérdida. Fangoria, suele tener una forma distinta de gestionar los sentimientos. En Las Ventajas de Olvidar, Olvido e Ignacio deciden liberarse de la nostalgia y, pese a que saben que el proceso de olvidar es harto doloroso, resuelven mirar hacia el futuro sin mayor preocupación.
Podríamos simplificar las cosas diciendo que La Casa Azul entiende los problemas con más optimismo y vitalidad y Fangoria tiene una visión más oscura, retorcida y radical de los males. Pues bien, entre muchas otras cosas, hay que tener en cuenta que Guille debe tener la visión de un joven cosmopolita que empieza a hacer música cuando el teléfono móvil y el mp3 se imponen. Alaska y Nacho, en cambio, han crecido con la movida, han visto a sus compañeros morir de sida o de sobredosis y, lo más importante, pasan de los cuarenta. El hombre posmoderno seguramente pasará por distintas fases. En unas tendrá sensaciones pop y vestirá con colores vivos. En otras, llorará por las calles y se comprará una cazadora de cuero negro. No dejaremos de vivir las dos caras de una misma moneda y, mientras tanto, veremos la vida pasar. Que bonito es tener distintos e interesantes puntos de vista para acercarnos más a la realidad. Y poder escuchar cosas que hablen de nosotros.
* Blues por Charlie, La Buena Vida.